La pandemia COVID-19 es la peor crisis sanitaria, humana y económica ocurrida en las últimas décadas: su impacto ha afectado la economía mundial a todos los niveles y resulta inquietante el hecho de no saber cuánto durará la crisis ni la forma en que nos recuperaremos. Hasta ahora la medida más importante para evitar su expansión es la cuarentena y el aislamiento social, tratando con ello de aplanar la curva de contagio.

Por su parte, el sector salud se ha visto debilitado ante la escasez de mano de obra calificada y de suministros médicos, más aún en los países de América latina, donde los sistemas de salud son débiles y fragmentados, por ende el impacto ha sido considerable. Nos acercamos a los 3.5 millones de casos confirmados y casi 200,000 defunciones, con una tasa de letalidad por cada millón de habitantes de 182.65; y en países como Perú, Ecuador, Brasil y Chile, el efecto ha sido devastador.

La repercusión ha sido tal que nos hemos visto en la necesidad de adoptar nuevas recomendaciones de actuación ante determinadas patologías respecto a los pacientes sospechosos o contagiados por COVID -19.

En relación a la enfermedad cardiovascular el impacto ha sido en gran magnitud, de manera que entidades de peso científico, como el Colegio Americano de Cardiología (ACC) y la Sociedad Europea de Cardiología, emitieron guías sobre implicaciones cardiacas del COVID-19. De igual manera, revistas como Circulation y JAMA Cardiology también se pronunciaron en ese sentido. En caso específico del infarto agudo al miocardio (IAM),los informes durante la pandemia han sugerido una disminución en el número de pacientes que acuden a los hospitales y existen opiniones contradictorias en relación a los protocolos de tratamiento. En esta ocasión analizaremos la primera de estas 2 vertientes:

¿Por qué han disminuido/pseudo disminuido los casos de IAM?

La comunidad cardiológica mundial ha observado una disminución de los síndromes coronarios agudos (SCA). En España se reporta una disminución 80% y 50%: en Madrid y Galicia, respectivamente; Italia, un 70% en la ciudad de Milán; Austria 39%; Argentina ha reportado una caída de 28% en los casos de angioplastia en 27 hospitales, comparado con el 2019. En Estados Unidos, ciudades como Boston, Atlanta, Washington y New Haven, también reportan una disminución significativa de la incidencia de SCAen el contexto de la pandemia.

Este hecho pudiera ser debido a determinados factores entre ellos: 1- Existen menos factores estresores psicosociales. 2- Menos estrés laboral porque el trabajose hace virtual desde la casa. 3- Disminución del hábito de fumar por rechazo de la familia. 4- Ausencia del estrés del transporte. 5- Imposibilidad de ejercicio muy fuerte que puede desencadenar SCA. 6- Mejor control de los hábitos de la dieta. 7- Disminución de la ingesta de alcohol. 8- Menor exposición a contaminación ambiental.

Otra explicación podría ser que no exista una disminución real de los IAM, sino una pseudo disminución porque los casos no llegan al hospital debido a diferentes causas: 1- El paciente no va al hospital por temor a infectarse por el COVID-19. 2- No llaman a los servicios de emergencia por creer que solo están atendiendo a la pandemia y si llaman no llegan por la saturación del sistema. 3- No salen a la calle por temor a ser detenidos por las autoridades debido a la cuarentena. 4- Si los síntomas son atípicos o vagos no consultan por temor a ser internados. 5- Es posible que si van a la emergencia, los SCA podrían pasar desapercibidos por la saturación del sistema o por estar enfocados en el COVID-19.

Todos estos motivos podrían significar que la incidencia de los IAM quizás no ha disminuido, sino que los casos no llegan al servicio de urgencia a tiempo y muchos de los pacientes tal vez fallecen antes de llegar a las urgencias o deciden pasar los síntomas en casa, con la idea de buscar asistencia cuando pase la pandemia.

Además, es posible que exista retraso en el diagnóstico y conductas terapéuticas de los IAM, lo que se traduce en una mayor morbi-mortalidad. Este retraso puede ser debido a: llegada tarde de la ambulancia, demora en la llegada del equipo intervencionista al hospital, médicos y enfermeras enfocados solo en el COVID-19 y retraso en el inicio del tratamiento por pérdida de tiempo en la colocación de los equipos de protección al personal médico y al paciente. Por lo tanto, es precisamente en esta época de pandemia que debemos alertar a la población con riesgo cardiovascular de acudir a tiempo a las emergencias y no retrasar su llegada ante la presencia de síntomas cardiovasculares.

El análisis y la interpretación de estas observaciones resultan altamente interesantes y al mismo tiempo controversiales. La verdadera realidad de lo que está sucediendo probablemente la vamos a conocer con el devenir del tiempo, que nos permitirá analizar los periodos antes, durante y después del Covid-19, este último periodo difícil de saber cuándo sucederá.